Días como hoy desgastan las fuerzas físicas. Las madrugadas son largas. Los días son suspiros profundos y oraciones eternas por sanidad. Las noches son súplicas de descanso.
Día a día batallas con descontroles hormonales. Te miras en el espejo y tratas de aceptar los cambios en ti que tu cuerpo aprisa y sin permiso te impone. Rechazas ese vientre abultado que esconde las enredaderas que te atan a un dolor con el que aprendes a vivir.
Y en una sociedad donde para algunos todo esto es Changerias, caminas erguida como quien se reviste de fuerza ignorando de si misma el dolor físico, el desánimo emocional y la fatiga mental.
¿Qué me llena? Sacarle sonrisas a otros. Las mismas que quisiera tener frente a las lágrimas tibias en las noches de calambres, insomnio y dolor.
Tú que me lees… no subestimes el diario de una Endoguerrera. Yo no tengo Endometriosis, Yo batallo contra ella. Yo no dejo que la Endometriosis me anule, Yo me engrandezco frente a ella de la mano de Dios. iY mi mayor trofeo, mi mayor triunfo me llama MAMÁ!
Hoy celebro…
Mi fe…
Mis batallas en silencio…
El no haberme dejado llevar por los comentarios de quienes no conocen de esta condición.
El dolor físico que me ha hecho más fuerte…
El desgaste emocional al batallar con un enemigo invisible pero tangible…
Los pequeños pasos que he dado los días que mi cuerpo está agotado luego de una noche en vela.
Celebro mi mayor victoria y milagro que hoy me da el honor de tener el título de MAMÁ.
Hace 21 años batallo contra la endometriosis. Ella me ha robado el sueño, vida de mi vientre y muchas fuerzas… Sin embargo, jamás me robará el estilo de vida que escogí. Escogí valorar más mis bendiciones y vivir agradeciendo.
Aprendí a ignorar el “ay nena no seas changa.” “Tu tienes muchos achaques.” “Esa panza tuya parece de preñá.” A esos, a veces quisiera regalarles mi desorden hormonal, mis noches en vela donde el dolor no te deja dormir, mis calambres, mis náuseas, mi estómago descompuesto y el sentimiento de impotencia que muchas veces nos ataca.
Como yo hay miles de mujeres que están siendo “apuñaladas desde el interior” (sí, así se siente) por esta enfermedad. Se su voz. Se su abrazo. Se su confidente. Se su apoyo. Abrázanos con tus oraciones y empatía.
No perdamos la fe y la esperanza. Sé que Dios puede obrar milagros en medio del desierto y que algún día la ciencia encontrará la manera de curar esta condición.
Soy una EndoGuerrera
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